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Lost in Mongi

Literatura

Infelicidad pop

Infelicidad pop

Hay quien se preocupa, y mucho, de que los niños pequeños jueguen con armas de fuego, de que los adolescentes vean vídeos en los que la violencia es moneda corriente; nos da miedo que esa especie de cultura de la violencia termine por tragárselos como si tal cosa. A nadie le preocupa en cambio que los niños escuchen miles, literalmente miles de canciones que tratan siempre de corazones destrozados, de rechazos y abandonos, de dolor, tristeza, pérdida. Las personas más desgraciadas que yo he conocido, románticamente hablando, son las que tienen un desarrollado gusto por la música pop. Y no sé si la música pop es la causante de esta infelicidad, pero sí tengo muy claro que han escuchado esas canciones infelices desde hace más tiempo del que llevan viviendo una vida más o menos infeliz. Así de claro.

Ser

Ser
Con la frente como una bandera perdida
Te arrastro cuando estoy solo
Por calles heladas
Por cuartos negros
Proclamando infortunios
No quiero abandonar
Tus manos claras y complicadas
Nacidas en el encerrado espejo de las mías
Todo lo demás es perfecto
Todo lo demás es todavía más inútil
Que la vida
Esclava la tierra bajo tu sombra
   Un estanque junto a los senos
donde hundirse como una piedra

Monólogo con la justicia

Monólogo con la justicia

- Hola, querida dama. Hermosa noche, ¿no le parece? Perdone mi intrusión. Tal vez le apetecía dar un paseo. Tal vez sólo disfrutaba del paisaje. No importa. Creo que usted y yo deberíamos tener una pequeña charla. Aah... Olvidaba que no hemos sido debidamente presentados. Yo no tengo nombre. Me puede llamar V. Señora justicia... Le presento a V. V... le presento a la señora justicia. Encantado, señora justicia.

- "Buenas noches, V".

- Bien. Ahora ya nos conocemos. De hecho, he sido fan suyo durante mucho tiempo. Oh, ya sé lo que piensa...

- "Pobre chico. Se ha enamorado de mí... Como un adolescente".

- Disculpe, señora. No es nada de eso. La he admirado durante mucho tiempo... Aunque sólo a distancia. La observaba desde las calles de allí abajo cuando era un niño. Yo le decía a mi padre: "¿Quién es esa señora?". Y él contestaba: "Es la señora justicia". Y entonces yo decía: "¡Qué bonita es!". Por favor, no piense que era sólo algo físico. Sé que no es esa clase de chica. No, yo la quería como persona, como un ideal. De eso hace ya mucho tiempo. Me temo que ahora hay otra...

- "¿Qué? ¡V¡ ¡Qué vergüenza! ¡Me has traicionado por una pícara vanidosa y llorona de labios pintados y sonrisa viciosa!".

- ¿Yo, señora? ¡Permíteme que discrepe! ¡Fue su infidelidad la que me lanzó a sus brazos! ¡Ja-ja! ¿Eso la ha sorprendido, no? Pensaba que no conocía su pequeño escarceo, pero no. ¡Lo sé todo! La verdad, no me sorprendió en absoluto saber que le gustaban los hombres de uniforme.

- "¿Uniforme? ¿Por qué? No sé de qué estás hablando. V, tú siempre has sido el único para mí...".

- ¡Mentirosa! ¡Zorra! ¡Puta! ¡Niega ahora que te liaste con él, con el del brazalete y las botas militares! ¿Y bien? ¿No dices nada? Ya me lo parecía. Muy bien. Al fin te has desenmascarado. Ya no eres mi justicia. Ahora eres su justicia. Te has acostado con otro. Bien, es un juego para dos.

- "¡Me ahogo! ¿Qu-quién es ella, V? ¿Cómo se llama?".

- Se llama anarquía. ¡Y me ha enseñado que es mejor amante de lo que tú jamás fuiste! Me ha enseñado que la justicia carece de sentido sin libertad. Es honesta. No rompe promesas como tú, Jezabel. Solía preguntarme por qué nunca me mirabas a los ojos. Ahora ya lo sé. Así que adiós, querida dama. Incluso ahora me entristecería nuestra separación, si no fuera porque ya no eres la mujer que una vez amé. (BOOM) Las llamas de la libertad. Qué hermoso. Aah, mi preciada anarquía. "Oh belleza, no te había conocido hasta ahora".

Extracto de V de Vendetta, de Alan Moore y David Lloyd
(mira Miguel, pongo nombres...Burla)

Qué hermosa tú, libre y en pie

Qué hermosa tú, libre y en pie

Dame tu libertad.
No quiero tu fatiga, no, ni tus hojas secas.
Tu sueño, ojos cerrados.
Ven a mí desde ti, no desde tu cansancio
De ti. Quiero sentirla.
Tu libertad me trae, igual que un viento universal,
Un olor de maderas remotas de tus muebles,
Una bandada de visiones que tú veías
Cuando en el colmo de tu libertad cerrabas ya los ojos.
¡Qué hermosa tú, libre y en pie!
Si me das tu libertad me das tus años
Blancos, limpios y agudos como dientes
Me das el tiempo en que tú la gozabas.
Quiero sentirla como siente el agua
Del puerto, pensativa, en las quillas inmóviles
El alta mar. La turbulencia sacra.
Sentirla, vuelo parado,
Igual que en sosegado soto siente la rama
Donde el ave se posa el ardor de volar,
La lucha terca contra las dimensiones en azul.
Descánsala hoy en mí: la gozaré
Con un temblor de hoja en que se paran
Gotas del cielo al suelo.
La quiero para soltarla, solamente.
No tengo cárcel para mí en mi ser.
Tu libertad te guarda para mí.
La soltaré otra vez, y por el cielo,
Por el mar, por el tiempo,
Veré cómo se marcha hacia su sino.
Si su sino soy yo, te está esperando.

La estela que en ti dejó el futuro

La estela que en ti dejó el futuro

When you are smiling
Ocurre que tu sonrisa es la sobreviviente
La estela que en ti dejó el futuro
La memoria del horror y la esperanza
La huella de tus pasos en el mar
El sabor de la piel y su tristeza
When you are smiling
The whole world
Que también vela por su amargura
Smiles with you

Donde habite el olvido

Donde habite el olvido

Donde habite el olvido,
en los vastos jardines sin aurora;
donde yo sólo sea
memoria de una piedra sepultada entre ortigas
sobre la cual el viento escapa a sus imsomnios.

Donde mi nombre deje
al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
no esconda como acero
en mi pecho su ala,
sonriendo lleno de gracia aérea
mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño
a imagen suya,
sometiendo a otra vida su vida,
sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
disuelto en niebla, ausencia,
ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.


Miguel, ésta es de Luis Cernuda.

¿San Valentín?

¿San Valentín?

Aquí te amo.
En los oscuros pinos se desenreda el viento.
Fosforece la luna sobre las aguas errantes.
Andan días iguales persiguiéndose.

Se desciñe la niebla en danzantes figuras.
Una gaviota de plata se descuelga del ocaso.
A veces una vela. Altas, altas estrellas.

O la cruz negra de un barco.
Solo.
A veces amanezco, y hasta mi alma está húmeda.
Suena, resuena el mar lejano.
Éste es un puerto.
Aquí te amo.

Aquí te amo y en vano te oculta el horizonte.
Te estoy amando aún entre estas frías cosas.
A veces van mis besos en esos barcos graves,
que corren por el mar hacia donde no llegan.

Ya me veo olvidado como estas viejas anclas.
Son más tristes los muelles cuando atraca la tarde.
Se fatiga mi vida inútilmente hambrienta.
Amo lo que no tengo. Estás tú tan distante.

Mi hastío forcejea con los lentos crepúsculos.
Pero la noche llega y comienza a cantarme.
La luna hace girar su rodaje de sueño.

Me miran con tus ojos las estrellas más grandes.
Y como yo te amo, los pinos en el viento
quieren cantar tu nombre con sus hojas de alambre.

Nadie, ni siquiera la lluvia

Nadie, ni siquiera la lluvia

En algún lugar al que nunca he viajado,
felizmente más allá de toda experiencia,
tus ojos tienen su silencio.
En tu gesto más frágil hay cosas que me rodean
o que no puedo tocar porque están demasiado cerca.
Con sólo mirarme, me liberas.
Aunque yo me haya cerrado como un puño,
siempre abres, pétalo tras pétalo, mi ser,
como la primavera abre con un toque diestro
y misterioso su primera rosa.
O si deseas cerrarme, yo y
mi vida nos cerraremos muy bellamente, súbitamente,
como cuando el corazón de esta flor imagina
la nieve cayendo cuidadosa por doquier.
Nada que hayamos de percibir en este mundo iguala
la fuerza de tu intensa fragilidad, cuya textura
me somete con el color de sus campos,
retornando a la muerte y la eternidad con cada respiro.
Ignoro tu destreza para cerrar y abrir
pero, cierto es que algo me dice
que la voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas...
Nadie, ni siquiera la lluvia tiene manos tan pequeñas.

Pssssssssfffffffffssssss

No soy nada. Ya no existo. Como tantas otras, he dejado mis restos en los vasos vacíos de las casas y los bares. He pasado pruebas, cientos de experimentos, y he vivido atrapada en mi sobre de color verde esperanza. Pero ahora me han empujado al abismo; he oído las voces mandando callar para contemplar mi caída. He sentido mi cuerpo desprenderse, poco a poco, como dolorosos susurros, y un silencio atronador cuando todo ha acabado. ¿Por qué tanta crueldad? Nunca he hecho daño a nadie. De todos modos, sé que, a pesar de tanto tiempo de encierro y sufrimiento, sacrificar mi vida no ha sido en vano. Seré importante; he ayudado a alguien. He sido una fugaz Teresa de Calcuta, pero blanca, redonda, suave. Nunca nadie debió de creer que una aspirina podría hacer tanto.
Con todo mi cariño para mi mejor aliada...

Pssssssssfffffffffssssss

Hay un lugar

Un lugar...


Hay un lugar cerca de tus manos donde es imposible resistirse a volverse niño y dragón de cuento, que duermen sobre sus tesoros, con aliento de fuego y sonrisa en los labios. Hay un lugar cerca de tu espalda lleno de estrellas. Tú, distraída, lo tapas a veces con tu ropa o tus ganas de nada, pero mis manos siempre las rozan al abrazarte. Hay un lugar cerca de tu corazón donde soy mesa y caricia por debajo mía, que me roza los pies y me hace reír. Y yo, deslumbrado por la luz de tu oriente, viajo por dunas y caderas, como tuareg sediento que sigue la luz de tus ojos, con la vana esperanza de encontrar, en un lugar cerca de tu mejilla, un oasis de agua y besos.
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