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Lost in Mongi

La eterna tragedia

La eterna tragedia

Si hay algo que consigue el proyecto conjunto sobre los atentados del 11 de septiembre es que no deja indiferente a nadie. Pero, especialmente, hay uno que se presta a un comentario distinto, y ése es el dirigido por Sean Penn. ¿Por qué? Porque trata desde la intimidad de un pequeño relato de ficción el impacto que tuvo el atentado del 11 de septiembre sobre un conmovedor Ernest Borgnine (con muchas implicaciones detrás), mientras que gran parte de las propuestas se centra en la reivindicación o el recuerdo.

El corto nos muestra la rutina de un anciano que vive anclado en el recuerdo de su mujer muerta, cuyo vacío viste cada día sobre la cama. Ve la televisión, habla solo, pero habita un mundo paralelo al real, hecho a su medida. Es un hombre sordo y ciego ante el mundo real, como en el corto de Claude Lelouch y el de González Iñárritu, respectivamente. Existe ajeno a lo que le cuentan los medios; mira pero no observa, oye pero no escucha. Y eso no sólo le ocurre a él. Quizá nosotros no despertemos por la mañana y busquemos un vestido veraniego para dejarlo sobre la cama, como último recuerdo de un amor perdido. Pero pasan cientos de guerras, tragedias y mentiras ante nuestros ojos y nosotros miramos impasibles un mundo que parece sacado del más siniestro relato de ficción. Y el extremo de ese relato fue el 11 de septiembre.

Recuerdo que, cuando se estrenaron los cortos en el cine, muchos críticos tacharon los relatos de Penn y Lelouch de ’indignos con el resto de la obra’, y los acusaban de no ser políticos. Y esto hace que me cuestione la idea de que no hayan visto el trasfondo de un corto tan preciso en cada detalle, tan hermoso.

Pero se nos antoja una metáfora implícita en este corto, y tiene que ver con su desenlace. Cuando la primera torre cae y la luz entra en la casa del anciano, la planta florece y revela la tragedia, y creo que no hay una simple explicación literal en este hecho. Lo que Sean Penn intenta mostrar es que la caída de las torres va a dejar entrar la luz, la verdad, porque la manipulación de los medios y del gobierno tenía a los estadounidenses en la sombra. La planta que florece es el fruto de lo que la verdad supondrá. Pero aun así, la tragedia pervive, y es difícil de borrar. Desde mi punto de vista, Penn quiere expresar que la consecuencia de la política y el estilo de vida más patrióticamente americano pasa por una tragedia de tal magnitud y sufrimiento para hacer descubrir al pueblo estadounidense que la vida no es tan perfecta como ellos la quieren ver, desde ese trono en el que les hacen creer que están.

Los Estados Unidos están en la sombra; para Penn hizo falta un atentado terrorista para que vislumbraran un espacio de luz, en la que nos encontramos todos los que contemplamos como otro programa de televisión el espectáculo que se crea a su alrededor con guerras y honores estúpidos. Los atentados del 11 de septiembre hicieron que Estados Unidos se hiciera cargo de su realidad. El problema es que sólo fueron segundos, porque a continuación los altos cargos solamente supieron hacerse cargo del ’ojo por ojo, diente por diente’.

Quizá con otro director estadounidense hubiéramos tenido un retrato más cruento de la angustia del 11 de septiembre, una angustia que no tendría parangón con la de otros pueblos. Pero Sean Penn es un estadounidense peculiar y, gracias a ello, nos regala esta parábola  en la que la muerte de un ciudadano de los Estados Unidos no vale más que la de nadie. Si hay algún interés detrás de este corto, sería el de abrir los ojos a más de uno que, cegado por los medios y la política, vive en un mundo tan irreal como el del adorable protagonista. 

De todas formas, hay un tema de fondo detrás de todo esto, y es el papel que debe jugar el cineasta en el posicionamiento sobre temas políticos, en este caso, de alcance mundial. ¿Tienen ellos la autoridad para hacerlo? En mi opinión, sí. Yo no pido que me informen sobre el acontecimiento objetivamente. Como espectadora, y demandando de ellos su visión de los hechos como realizadores e intelectuales, tengo interés por conocer puntos de vista sobre un mismo asunto, que no son más o menos veraces; son opiniones. Un director es una persona con una visión de un hecho. Una visión que no pretenden absolutizar, sólo mostrar. Y más allá de la política, en un lugar más profundo, está la tragedia. Y eso es lo que permanece.

2 comentarios

Caperucita Rusa -

Pobre Sean Penn, qué te habrá hecho ;-)... Por lo del visionado no te preocupes, que yo te los dejo. Seguro que aprecias el de Imamura, porque es una especie de fábula sobre lo despreciable que puede hacer la guerra a un hombre, hasta el punto de creerse una serpiente. El de Gitai es más \'típico\', diríamos, pero lo cierto es que, viendo la obra en su conjunto, ninguno tiene desperdicio. Pero yo siempre me quedaré con el de Sean Penn.
Un besote

Roberto -

Interesantísimo comentario acerca del trabajo de Sean Penn -aunque no me caiga muy bien el tipo este, jeje- en este proyecto. Lo cierto es que tengo pendiente su visionado..y otra cosa, ¿que te parecieron las aportaciones de Shohei Imamura y Amos Gitai, quizás las que más me interesan?

Saludos